El entrenamiento cruzado
Qué es y por qué debemos aplicarlo

El entrenamiento cruzado son ejercicios diferentes a los que hacemos habitualmente, es decir, aquella actividad física paralela a nuestra modalidad deportiva de la que podemos aprovecharnos para obtener mejoras tanto en nuestra preparación física como mental.
Un deportista debe tratar de introducir a lo largo de la temporada diferentes modalidades deportivas con el fin de obtener los múltiples beneficios que esa variedad es capaz de aportarle por encima de mantener siempre la monotonía de una única actividad. Ciclismo, running, natación, esquí de fondo… Todos ellos son deportes perfectamente intercambiables, ya que comparten objetivos fisiológicos comunes pero diferentes patrones de movimiento, lo cual permite a un deportista mejorar en los factores de rendimiento específicos de su actividad a la vez que consigue complementar su musculatura o simplemente, desconectar mentalmente y encontrar nuevos estímulos, retos y sensaciones en una actividad diferente.
Entre los beneficios más destacables en la aplicación de este tipo de entrenamiento, podemos hablar de la prevención de lesiones cuando un deportista que práctica una actividad de larga distancia como por ejemplo, la carrera continua, está expuesto en cada una de sus sesiones a un fuerte estrés articular producido por el impacto que conlleva el desarrollo de la propia actividad. Cruzar su entrenamiento con una modalidad como el ciclismo, por ejemplo, le permitirá seguir trabajando en busca de mejoras y adaptaciones cardiovasculares en su rendimiento evitando durante una sesión completa ese importante impacto articular que comentamos. Pero, ¿debe abusar un corredor de sesiones en bicicleta? Lógicamente, todo tiene su equilibrio. Al final, la especifidad del entrenamiento es fundamental para lograr las mayores mejoras en una modalidad, pero introducir en momentos puntuales de la temporada el entrenamiento cruzado es totalmente positivo: en semanas de recuperación o en fases de mayor volumen de entrenamiento de la temporada, donde podemos introducir hasta una sesión semanal, serían dos muy buenos momentos para tenerlo en cuenta.
Otro aspecto importante a tener en cuenta, es el desarrollo armónico de la musculatura. El gesto de cada modalidad deportiva implica una activación muscular concreta en la que, lógicamente, unos grupos musculares tienen mayor implicación que otros. Esto conlleva que los “menos utilizados” pueden verse afectados negativamente, consiguiendo una menor tonificación que puede llegar a producir descompensaciones musculares en nuestro cuerpo desembocando en malos hábitos posturales, dolores o incluso lesiones. Introducir modalidades deportivas diferentes hará que trabajemos grupos musculares diferentes, pues cada gesto deportivo tiene su propio patrón de movimiento que conlleva su propia activación muscular. Recuperando el ejemplo del corredor, durante su entrenamiento la participación de la musculatura del tren superior es muy escasa en comparación a cómo se implica la de su tren inferior. En este caso, contar con sesiones de natación será muy positivo para mejorar el tono muscular de cintura hacia arriba.
Por último, también es importante tener en cuenta el factor mental y psicológico que el entrenamiento cruzado puede llegar a jugar. Una temporada puede llegar a ser muy larga y encarar cada día nuestra sesión de entrenamiento realizando siempre el mismo gesto deportivo puede llevarnos a caer en la monotonía e incluso, desmotivarnos. Un estímulo diferente para nuestra cabeza con la práctica de una modalidad deportiva alternativa, en otro ambiente y con otras compañías, afectará de manera positiva a nuestra cabeza y tendrá una consecuencia positiva en nuestro rendimiento.

